El relato del miércoles: Al final del laberinto.

Publicado el 23 de julio de 2025, 7:04

      La playa nunca había sido su destino favorito, si estaba allí era por él y, porque todos le habían jurado que aquella era la mejor playa de la isla. En su cabeza recreaba una idílica playa en la que estarían solos los dos o, a lo sumo un par de personas más en busca de frescas aguas cristalinas en aquella cala perdida de los ojos de Dios. "Mejor que no nos vea, porque no pienso reprimir mis deseos, mucho he reprimido la tentación de hacerlo", a sí misma sin poder evitar la risa floja se dijo acercándose a la empinada escalera de piedra que la llevaría a su destino.

    Al bajar, sin embargo, su sonrisa se borró. La idílica cala era un espejismo. Lo que se extendía ante ella no era arena virgen, sino un auténtico laberinto de toallas de playa, extendidas una junto a otra, formando pasillos y recovecos imposibles. Cada centímetro cuadrado estaba ocupado por familias, sombrillas de colores estridentes y neveras portátiles. Era un mar de toallas y gente, y el mar de verdad parecía una ilusión lejana.

   Se colocó las gafas de sol, no para protegerse del sol, sino para ocultar su decepción. ¿Cómo iba a encontrar a Mikel en esa marea humana? Empezó a abrirse paso con dificultad, esquivando niños que corrían, pelotas voladoras y las conversaciones a gritos de los veraneantes. Era una corriente de gente que la arrastraba sin rumbo fijo, sin un camino claro hacia las olas. Cada vez que creía ver un resquicio hacia el agua, una nueva toalla se extendía, cerrando el paso. La tentación de darse la vuelta y regresar por la escalera fue intensa, pero la imagen de Mikel, esperándola en algún punto de aquel caótico puzle playero, la impulsó a seguir.

   

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Comentarios

Carol
hace 3 horas

Pobreta, vaya decepción. Para variar me ha encantado, me guastaría saber más.

Elva
hace una hora

Ja, ja, ja, me alegro que te gustará.
Muaaaackis...muaaaackis

Daniela
hace 3 horas

No me cansaré de decirte que no sé cómo lo haces. ¡Me encanta!

Elva
hace una hora

Ja, ja, ja, es cuestión de unir las palabras.
Muaaackis...muaaackis

Lola
hace 3 horas

Entiendo esa sensación, de llegar creyendo que tendrías la playa para ti. ¿Encontró a Mikel?

Elva
hace una hora

En mi cabeza sí, estoy segura que una vez a su lado, la gente desapareció en su cabeza.
Muaaaackis...muaaaackis

Vivian Jimenez
hace 2 horas

¿Esa no es la playa Puerto Nuevo en Vega Baja, Puerto Rico? Conozco esa sensación de querer llegar a una playa tranquila y tener que jugar para poder llegar a un punto en la playa de lo llena que está. Espero que haya valido la pena todo lo que pasó para llegar a Mikel.

Elva
hace una hora

Me huele que hoy por hoy esa playa está en cualquier rincón del mundo, desaparecieron las playas tranquilas. Bueno, conozco alguna, pero mejor no desvelar, ja, ja, ja.
Muaaaackis...muaaaackis

Nika
hace 2 horas

Madre mía , hoy por hoy ya pocas calas vírgenes quedan, aquí en Moaña ya empezamos a vivir esa misma estampa como me he visto reflejada en ella

Elva
hace una hora

Como lo decía a Vivian me temo que ya es el pan nuestro de cada día en cualquier punto de la geografía mundial. Si encuentras un rincón tranquilo ni lo digas, ja, ja, ja.
Muaaaackis...muaaaackis

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