
Eterno se le había hecho el ya lejano verano. Breve el otoño que, tras teñir de naranjas y marrones las hojas de los árboles, había dado paso al frío invierno, que parecía haber caído en el pueblo como un sudario gris y silencioso. Nada quedaba de la gama cromática otoñal, ahora los árboles lucían orgullosos su esquelética desnudez arañando un cielo del color del plomo bajo el melancólico aroma a tierra húmeda y a los últimos rescoldos de las chimeneas. En el viejo faro, deshabitado desde hacía décadas, se habían encendido unas luces inusuales la noche anterior, alimentando los misterios que el pueblo susurraba sobre su pasado.
Una silueta oscura se recortó contra la pálida luna llena que tímida se asomaba tras las nubes. Era un motorista, su chaqueta de cuero brillando con el rocío helado sobre sus hombros. La vieja Triumph rugió con un motor que parecía devorar el aire gélido mientras se acercaba al faro por el serpenteante camino de cabras. Llevaba una pequeña bolsa de carbón atada al asiento trasero, un detalle extraño para alguien que parecía huir de algo.
Al llegar, las luces del faro parpadearon, como si le dieran la bienvenida. Bajó de la moto, con el casco bajo el brazo, revelando un rostro curtido por el viento y unos ojos que parecían haber visto demasiadas tormentas. No había miedo en su mirada, solo una determinación silenciosa. Entró en el faro y, en el centro de la sala circular, una pequeña hoguera danzaba con un fuego de color azulado.
No era una hoguera normal. El humo no subía, se enroscaba en sí mismo, formando danzarinas y efímeras figuras. La motorista se acercó, arrojó un trozo del carbón a las llamas y el fuego creció de manera descomunal, iluminando las que parecían runas ancestrales grabadas en las piedra de las viejas paredes. Los misterios del faro no eran para desvelarlos, sino para alimentarlos. Y ella era la guardiana de ese fuego, la única capaz de bailar con la luna en las noches más largas del invierno.
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Comentarios
Maravilloso como siempre tus relatos y con ganas de saber más de estas historias. Mi palabra es camión