
Queridísima amante de las letras, las historias de amor y los finales felices:
Entre tú y yo, ahora mismo tengo un debate interno conmigo misma, una parte de mí me dice que dejé de estar escribiendo posts y de organizar la próxima semana y me centre en terminar de corregir Ocurrió en Navidad. Ja, ilusa de mí creí que hoy, para ti el pasado viernes (ahora mismo son las 19.10, las 18.10 en el paraíso, del viernes), les pasaría el manuscrito corregido y recorregido a las lectoras BETA, ja, ja, ja, ya he tenido que pedirles perdón porque con menos día de retraso estaba yo haciéndome la prueba de embarazo, ja, ja, ja, eso sí, no me trajeron un ramillete de tests como a Vivi en Historias de mi Escalera, ja, ja, ja, con uno tuvimos de sobra.
Como te decía aquí tengo a dos mini-Elva sentadas una sobre el hombro derecho y, la otra sobre el izquierdo; una me anima a seguir con esto, a dejar planificada toda la semana, lo cual ha sido lo habitual los viernes durante el verano. La otra me dice: "mi niñita, o corres o no llegas". Sí, sí, igual algunas creen que es una exagerada, pero a mí no me extrañaría nada, pero nada de nada, toparme de lleno con la MOCADORÀ, los CHOCOLATES DE HALLOWEEN y los TURRONES DE NAVIDAD la próxima semana en MERCADONA.
En medio del caos temporal y, del dolor de cabeza de las replicantes con sus discursitos, la voz de la sentada a la izquierda me ha soltado: "Elvita..." (juro que me han dado ganas de cargármela con la mirada, pues, un grupo selectos de elegidos son los pocos (tres personas) que pueden permitirse el lujo de llamarme así sin que yo entre en ebullición, lo cual no implica que no se levante la ceja izquierda). Bien, como decía, la replicante me ha dicho: "Elvita, pon el freno, las prisas jamás han sido buenas consejeras".
Oye, pues, le he hecho caso, razón no le falta, yo, a pesar de ser una, con perdón, cagaprisas, también considero que la prisa no es buena compañera. Me he pasado el verano escribiendo y reescribiendo, puliendo cada frase de Ocurrió en Navidad para que, cuando llegue a tus manos, sientas la magia que yo sentí al crearla. ¿Y si este pequeño retraso no es más que un recordatorio para disfrutar del proceso, incluso de la parte que más me frustra? La verdad es que, entre nosotras, las revisiones son como pelar una cebolla: vas quitando capas y, aunque a veces te hagan llorar, sabes que al final la historia tendrá un sabor mucho más rico.
Y es que, al final, la vida es un poco así: un calendario que se desordena y te obliga a improvisar. Es como la escritura. Empiezas con una idea clara, un plan bien definido, y de repente, los personajes se rebelan, la trama toma un desvío inesperado y, sin darte cuenta, estás en un lugar que jamás habías imaginado. En el caso de Ocurrió en Navidad empezó siendo una historia situada única y exclusivamente en LA GRACIOSA y, me ha llevado hasta AUSTRALIA, ja, ja, ja. ¿Creías que me había quedado en Valencia este verano? ¡Qué equivocadita que estabas! Ja, ja, ja. Estos viajes inesperados es lo que hace la historia, ya sea la de un libro o la de tu vida, sea realmente interesante. A veces, las mejores historias no son las que siguen el guion, sino las que te sorprenden a cada paso, incluso con un test de embarazo o con el turrón de Navidad en septiembre.
Así que aquí estoy, luchando contra el reloj, contra mis propias expectativas y hasta contra la mini-Elva estresada. Le he dicho que se relaje, que este libro tiene que salir perfecto, no solo rápido. Lo importante es que cuando Ocurrió en Navidad esté en vuestras manos, sea la historia que siempre soñé. Y de eso va este post, de que a veces los mejores planes son los que no salen como esperabas. Y de que está bien. Porque al final, la vida, como una buena novela, se trata de disfrutar el viaje.
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