
En las últimas semanas he sentido terror, igual hay quien al ver que van a hacer una segunda parte de una de sus películas favoritas aplaude con las orejas, yo no. Juro que al ver el póster de la supuesta segunda parte de la mítica Tal cómo éramos,
si no la has visto has de hacerlo, eso sí, no olvides los pañuelos
pensé: ¿Por qué? ¿Qué necesidad hay? Me dio igual ver a los supuestos actores, George Clooney y Julia Roberts, hay películas que son perfectas. Obras maestras que existen en un plano de belleza y melancolía del que nadie, jamás, debería atreverse a sacarlas. Tal como éramos es una de ellas. Con su final agridulce, su icónica canción y, por supuesto, la química entre Barbra Streisand y Robert Redford, es una película que no necesita nada más. Es un recordatorio de que no todos los amores están destinados a ser y de que algunas historias son más hermosas precisamente porque no tienen un final feliz. Ups, ya lo he dicho, no hay final feliz, pero el final es como tiene que ser.
En mi cabeza todo empezó a tomar forma, el reboot podría empezar con una escena de Kate y Hubble, ahora ancianos, encontrándose en una cafetería. O, peor, tal vez en un podcast sobre “el amor en los tiempos de la política”. Y claro, lo más probable es que nos den un final feliz, uno de esos que nos hacen sentir bien. La película que, supuestamente, ahora se llamaría The way we were: a love rewritten, tendría un final feliz, y de repente, el final de la primera parte, el que nos dejó el corazón roto y los ojos llenos de lágrimas, dejaría de tener sentido.
El encanto de Tal como éramos radica precisamente en su imperfección. En que sus personajes, tan opuestos y tan perfectos el uno para el otro, no terminaron juntos. Pero Hollywood no entiende de imperfecciones, y estoy segura de que el guion de la segunda parte diría que se reencuentran, que se enamoran de nuevo y que, a pesar de sus diferencias, terminan juntos.
¡No, no es cierto! Yo quiero, necesito, seguir gritándoles que son idiotas,
que están enamorados,
que están permitiendo que sus diferencias políticas los separe.
Y llorar a moco tendido desde que escucho la música desde el mismo inicio de la película.
El final de Tal como éramos es un acto de rebeldía. Es un recordatorio de que el amor no siempre es suficiente. Y es por eso que, a pesar de que la película nos rompe el corazón, siempre volvemos a verla. Porque sabemos que ese final, agridulce y melancólico, es el final perfecto para esa historia. Es el final que se merecen.
Así que, por favor, Hollywood, si estás leyendo esto, déjalo así. No necesitamos un reencuentro. No necesitamos un final feliz. Dejen a Katie y a Hubbell en paz. El terror de un reboot mal hecho es peor que el del final original. Déjenme llorar a gusto por ese: y no terminaron juntos, aunque sus miradas gritaban lo muy enamorados que estaban.
Ahora cuéntame, ¿Cuál es esa película para ti intocable? Te leooo, pero primero me seco las lágrimas tras haber visto el video de la canción, THE WAY WE WERE
Muaaackis...muaaackis
Elva
Añadir comentario
Comentarios
Totalmente de acuerdo, no tendría ningún sentido hacer un reboot de esta película e intentar ponerle un final feliz. La película es perfecta y tiene el final perfecto. Se me ha metido la canción en la cabeza.
A mí la canción me supera. No exagero al decir que lloro solo escuchándola, pero, por favor, que no me la cambien. ¿De qué hubiese servido todas mis lágrimas? ja, ja, ja
Muaaackis...muaaackis
No recuerdo la película, pero ya me ha picado la curiosidad. Voy a buscarla, ya tengo dos pelis para ver, esta y la que nos recomendaste en la newsletter ayer. No dudes que las veo.
Ya me contarás.
Muaaackis...muaaackis
Totalmente de acuerdo, hay películas que no han de ser tocadas, aunque su final nos haga llorar. Por ejemplo, no imagino otro final en La La Land, aunque me indignara en el cine.
Puaaaff, otra con la que la llorera y el mosqueo fue descomunal, pero hay finales que no pueden ser cambiados, aunque nos duelan.
Muaaackis...muaaackis
No recuerdo si la he visto, pero ya te digo que la busco para verla.
Ya me contarás.
Muaaackis...muaaackis