El relato del miércoles: El refugio

Publicado el 10 de septiembre de 2025, 8:24

        

       La espondiloartrosis había convertido su espalda y su vida en un auténtico laberinto de dolor. Cada mañana, al despertar, el primer pensamiento era interrumpido por una punzada que recorría los cuatro puntos cardinales de su espalda, la cual se había convertido en su propia prisión de hueso y nervios que la obligaba a vivir con cautela, a medir cada movimiento. Sin embargo, todo mal tiene su lado positivo, en su caso, el haber encontrado su refugio

       Su refugio no era un lugar físico, sino un vivido recuerdo de su infancia que visitaba a menudo para rememorar viejos tiempos y olvidarse del infinito dolor de su día a día. Allí en el antiguo rancho, que su familia había tenido en la montaña, desaparecía la cruda realidad de sus dolores y disfrutaba del placer de caminar descalza sobre la hierba mientras sentía la tibieza de los rayos de sol del final del verano. Allí sentada junto a su abuela nuevamente aprendía a tejer, a seguir el hilo con paciencia, a anudar la vida.

     La sonrisa subía a sus ojos cada vez que recordaba aquellas tardes con su abuela, quien ante sus melodramáticas quejas cada vez que se le enredaba la lana, con infinita calma le repetía: la lana, al igual que la vida, se enreda y se deshace, pero, cariño, no es el fin del mundo. Solo se trata de un nudo y, te aseguro que se puede desatar.

      

 

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