Diatribas de una escritora: De lectoras y poliamor...
Reconócelo, no mientas y, mucho menos te mientas a ti misma. Lo sé, es algo que no lo puedes negar, ni evitar: eres POLIAMOROSA. No en el sentido tradicional, claro, yo ahí no voy a entrar ni a salir (por favor, no vean dobles sentidos en mis palabras), cada una en su vida privada puede hacer lo que le plazca y nadie puede juzgarte por ello. Ojo, mientras no le hagas daño a terceras, cuartas, quintas...personas, ja, ja, ja.
El relato del miércoles: La última piña colada.
Aquella era Aquella era mi última piña colada o, la penúltima. En menos de 24 horas abandonaría Punta Cana, dejaría atrás las largas horas tumbada al sol sin hacer otra cosa que disfrutar de la vida. Ojalá las manecillas del reloj no se dieran prisa, caminaran tan despacio como el caracol al que llevaba observando desde hacía diez minutos, deslizándose por la hierba en su intento por alcanzar una rama cercana. A su lado, una diminuta rana, casi insignificante, lo miraba con ojos saltones, como si el tiempo no existiera para ninguno de los dos. Un anhelo que, en mi caso, era una batalla perdida.
Mismamente yo: ¡Adiós, agosto, hola, novela terminada!
Diatribas de una escritora: Cómo ser escritora de RomCom y no morir en el intento.
El relato del miércoles: El eco del olvido
Mismamente yo: El sprint final.
Diatribas de una escritora: Cinco síntomas de que eres lectora de RomCom.
¿Alguna vez te has sorprendido gritándole a un libro? ¿Has terminado una historia con el corazón roto por haberlo terminado? Tal vez, pudiera ser que si vieras tu reflejo en un espejo mientras estás leyendo una determinada escena verías una sonrisita tonta o, tal vez, te suben los calores al recodar otra escena. ¿Sí? Pues, querida mía estás leyendo el post adecuado, este post es para ti, sin la menor de las dudas.
El relato del miércoles: Mi RomCom particular.
Si alguna vez decides huir de tu ciudad para irte a una isla perdida y desconectar, te doy un consejo: llévate un botiquín. En mi cabeza, todo iba a ser perfecto. Sol, arena, un buen libro y un cóctel, quien dice uno, dice unos. Ja, la cruda realidad fue otra: a los dos días, seguía esperando por el equipaje que la compañía aérea había enviado a la otra punta del mundo; ya me había quemado la espalda, los mosquitos me habían cogido cariño. Grr...odio empatizar con todo bicho viviente.
Mismamente yo: No me toquen a Kate y Hubble.
Diatribas de una escritora: La misma historia, dos velocidades.
Hoy quiero hablarte de una doble sensación, de sentimientos contradictorios que me invade con un hecho bastante habitual en el mundo LECTOR-ESCRITOR. Además, quiero decir de antemano que cuando yo no estaba en lado de los escritores era algo que ni me planteaba, es más, yo misma he disfrutado como la que más sin pensar en lo que se sentía al otro lado, es decir, en el lado de la que se pasa horas sentada frente a las teclas, aunque el brazo le esté pidiendo unas vacaciones (no hagas caso a esto, paso de las vacaciones que me pide a gritos mi brazo derecho, si no se quejaba escribiendo en la pizarra que no lo haga ahora...).
El relato del miércoles: La isla de la metanoia.
Por mucho que tratara ocultarse de mí, usando los coloridos cojines del sofá a modo de camuflaje, sabía que si me encontraba con su mirada vería en ella ese antiguo dolor sordo, ese que mi madre llamaba tristeza de amor y, yo osaba a definirlo como metanoia. Sí, tal vez, consideres que soy rocambolesca, presuntuosa por el uso de la palabra, pero Mariela vivía un gran cambio interior, una transformación que no podía ser ocultada ni por el brillo del kilo de purpurina que la noche anterior llevaba en los ojos.
Mismamente yo: La paradoja veraniega, más tiempo para escribir, menos lectoras en RRSS.
Si algo me caracteriza es la ironía, en algún momento hubo quien me llamó Irónica Martínez, en vez de Elva Martínez, pues, resulta que tanto levantar la ceja e ironizar con cada palabra que mi realidad es una auténtica IRONÍA. No hace falta que te explique el motivo, supongo que claro te ha quedado al leer el título del post. Cierto, que si tú estás por aquí, leyéndome, eres de las que como yo es ahora cuando tienes tiempo, ja, ja, ja...

A finales de la década de los cincuenta del siglo pasado Saritísima, es decir, Sara Montiel, cantaba aquello de «fumar es un placer genial, sensual...». No, no se confundan, no voy a hacer apología del tabaco, simplemente, a mi cabeza vino ese inicio de canción, solo que modificado, cuando me planteé escribir sobre el placer de la lectura.
«Leer es un placer genial, sensual...»
¿Qué es el placer? El DRAE describe el concepto en su segunda entrada como: goce o disfrute físico o espiritual producido por la realización o percepción de algo que te gusta. Conclusión: leer es un placer para ti y para mí, pero no tiene que serlo para el vecino del quinto al que le aburre soberanamente la mera idea de abrir un libro. Muy probablemente su no disfrute de la lectura sea por no haber encontrado el libro que lo atrape o, por haber asimilado la lectura con la tortura de leer por obligación algo que no te gusta, como antaño ocurría en el colegio. Sí, hubo una época en la que con diez años leíamos El Lazarillo de Tormes, cuando no es una novela para la edad y no íbamos a entender la irónica visión que el autor nos da de la sociedad de la época.
Por cierto, no sé si saben que en 2010 la paleógrafa Mercedes Agulló presentó un estudio en el que defendía que el autor de la célebre novela picaresca es Diego Hurtado de Mendoza, relevante personalidad de la Andalucia del siglo XXI. Obvio, el escritor ocultaría su autoría por el claro contenido anticlerical de la obra, algo que una niña de diez años va a pillar a la perfección, ja, ja, ja...
Dicho esto, regresemos a la idea de esa deliciosa sensación de placer producida cuando nos sumergimos en la lectura, esa inyección de dopamina que nos hace disfrutar a lo grande, dicho así parece que hable de un orgasmo. Mmm... Nadie dice que no se pueda tener un orgasmo literario, muchas fueron las lectoras que llegaron a él con el denostado y admirado Cincuenta Sombras de Grey. ¿Miento?
Siguiendo con el símil sexual, en la lectura al igual que en el sexo a veces sucede que... no sucede nada, que no disfrutas, no hay placer. No hay esa electricidad, ese feeling, ese querer más. Ojito, hablo de la lectura, si en tus relaciones sexuales no disfrutas, querida mía tienes un problema. En pocas palabras y siendo sincera, leer no siempre es un placer
Me pondré yo como ejemplo, yo adoro leer, es más en casa todos amamos la lectura, el único que no lee es el canino, para compensar lleva nombre de premio nobel de literatura, ja, ja, ja. Dejemos al peludo a un lado, justo ahí lo tengo, no sé si porque es como mi propia sombra o, porque está disfrutando del aire acondicionado. Mmm... Hoy más lo segundo que lo primero, ja, ja, ja...
¡Elva, céntrate!
Adoro leer (curioso, mi subconsciente me había traicionado y en vez de leer había escrito escribir), sin embargo, he llegado a un momento en mi vida en el que si un libro no me gusta lo cierro sin sentimiento de culpa alguno. ¿Te comes algo que no te gusta? No me digan que sí, porque de ser así son un poco masoquistas... ¿Por qué terminar de leer un libro que no te dice absolutamente nada, que no te provoca placer? ¿Seguirías con tu pareja solo porque un día estuviste enamorada aunque ahora no sientas nada?
Ojo, podría ocurrir que el libro sea bueno, pero no era para ti, porque bien no te gusta el género o no te encontrabas en el mejor momento para leerlo. Igual, lees ese libro en otro momento y no sientes lo mismo. Eso puede ocurrir en ambos sentidos, algo que te atrapó vuelves a leerlo e igual no te provoca los mismos sentimientos. Igual un día de estos me vuelvo a poner Tal como éramos y consigo no llorar desde que suena la música, igual no les grito al final...
En fin, ahora mi yo cotilla quiere conocer tu relación con los libros, ¿terminas de leer un libro que no te ha atrapado desde sus primeras páginas? Recuerda que te leo, prometo responderte.
Muaaaaaackis... muaaackis
Elva Martínez
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Comentarios
Hola! yo soy de las que también leo por placer(y en esta epoca tecnología que nos está tocando vivir,también me encanta escuchar libros. Así que paso el día entre letras). A mi si las primeras 50 páginas no me atrapan, cierro el libro y paso otro. Por cierto me encanta tus diatribas, intentaré seguir leyendolas y comentando, cuando vuelva la rutina 😉
Hola, Loli
Yo aún no he probado el audiolibro. Miento en spotify escuché una novela en inglés por capítulo, pero no cuenta que lo hice para comprobar si recomendaba a mis alumnos.
Me alegra tenerte por aquí y, exacto sin en un promedio de páginas no te atrapa a otra cosa mariposa.
Muaaackis...muaaackis
Elva
Pues mi placer de leer comenzó hace algunos años, nunca había sido amante de la lectura. Pero a la vez comencé, pues he seguido. Claro que tengo unos lapsos donde no leo nada, como que me tomo una pausa.
Antes era de las que terminaba el libro que comenzaba, aún sin engancharme, pero ahora, sino me gusta, lo cierro en la aplicación y busco otro. No puedo leer más de un libro a la vez, porque no me gusta.
Todos necesitamos encontrar ese género que nos guste y, bien hecho, los libros son para disfrutar, si una historia no te gusta no tienes por qué terminarla.
Muaaackis...muaaackis
Elva